Un estudio poco confiable.
En esos espacios de tiempo vacíos en los que las personas se dedican a ver el paisaje de la selva de concreto yo a veces me pongo en la tarea de analizar a las personas que van conmigo en el mismo medio de transporte y cuando queda tiempo en los semáforos o en el trancón de la décima a ver a la gente de la calle, descuidada que varias veces por ir ensimismada en su mundo y afán se tropiezan, se golpean con postes de la luz (muy ocasionalmente) y olvidan que hay carros en la vía. Puede que les parezca que soy muy desocupada, pero cuando una se halla en un bote de latas acompañada por un montón de desconocidos entre ellos un vendedor de los buses o en su defecto un Señor habitante de la Calle que se subió a las malas por la puerta de atrás para pedir unas monedas amenazante.
En efecto; entre esas teorías y sucesos últimamente me he dado cuenta que hay más mujeres que hombres (por lo menos en el transporte público). Cuando me transporto diariamente de la Universidad a mi casa y de la casa a la Universidad siempre hay más mujeres que hombres, la mayoría de pie puesto que ya no hay hombres que cedan su puesto a alguna dama cansada de llevar el peso de su cuerpo en los tacones, y el peso del deber en su cabeza.
También les doy un tip para coger puesto en un bus muy lleno, hay que identificar a las personas que probablemente se van a bajar más rápido del bus (en Transmilenio no se ha probado esta teoría), por medio de su ropa, si llevan carnet de alguna entidad o de sus conversaciones, si hacen señales de observar con movimientos repetidos a la ventana, tocando el espaldar de la silla de al frente o cuando miran sucesivamente su reloj. A partir de esto les quiero decir que lo último solo unas vez me ha fallado, y creo que la Señora que me ilusionó varias veces con salir del bus y heredarme su silla lo hizo a propósito; a continuación les cuento la historia, el bus estaba como una lata de sardinas, yo estaba en el pasillo de pie, cansada abochornada (literalmente) y a parte de todo enferma de gripa; había una Señora ya de edad en el asiento de la ventana, si se iba me correspondía su silla; a partir de la cuarta cuadra de recorrido empezó a hacer amagues de que se iba a bajar yo ilusionada me la pasé todo el camino mirándola con cara de necesidad y al final me bajé yo primero que ella.
Otra conjetura es que siempre en un bus lleno hay una Señora dispuesta a armar escándalo al conductor por cualquier movimiento abrupto, lanzando frases como: "!No lleva animales...desgraciado¡", "¿es que no tiene madre?", "!señor deme las vueltas¡...¿me va a bajar las vueltas?, "!un momentoooo¡","¿dónde le regalaron el pase?" entre otras exclamaciones comunes entre las señoras revolucionarias del servicio público.
Esta hipótesis tiene que ver solamente con quienes usan el transporte público que pasa por la concurrida décima, más exactamente, la décima con 26 donde todos los vendedores, cantantes, indigentes y demás esperan una puerta abierta para subirse a los buses y contar historias, vender o simplemente (en el caso de los señores indigentes) amedrentarnos con su olor para darles una moneda. En la mayoría de los buses, más o menos el 80% se sube alguien a ofrecer un objeto o pedir monedas.
Esto si es real. Para las chicas no se hagan en la parte de atrás de los buses, están robando cabello.Le pasó a una amiga cuya identidad debo proteger. Un ñero empezó a "chuzarle" con unas tijeras la silla por detrás a mi amiga, para que cuando ella se levantara le pudiera cortar de un tajo el cabello, ella se dió cuenta y al levantarse se agachó de manera que el ladrón de pelo no pudo cortárselo. Ella se bajo rápidamente del bus y ahí acabo la historia. Ojo chicas, ese cabello lo usan para extensiones, y también lo roban en las calles.
Espero que se identifiquen con estas crónicas de algunas teorías sobre el servicio de transporte urbano, no siendo más, me despido una vez más.
Me dirán anticuada, lo sé, puedo llegar a serlo. Pero por ahora he decidido firmemente no fumar, no beber (en exceso) y nada de drogas. Tal vez soy chapada a la antigua, o tal vez quiero llegar a anciana sin la necesidad de cargar con una bala de oxígeno a todos lados por que de joven me puse de rebelde a fumar, no quiero llegar a anciana o a mi adultez con una adicción al alcohol y con el hígado destruido por cirrosis; y mucho menos quiero terminar en un internado de drogadictos por que solo quise pasar un "buen rato".
En el afán de procurar ser interesante o mostrar rebeldía siempre se toman malas decisiones, hay que ser original por medio de la personalidad de cada uno.
Sólo quería hacer un mensaje breve, sé que los medio de comunicación están atiborrados de mensajes como este pero igualmente me quería manifestar, además cuándo se acaban las ideas para escribir y hacer la tarea del día con la entrada del blog hay que recurrir a este tipo de mensajes.
